Vivo en el norte de Inglaterra, vivo dentro del puerto, exactamente   en los astilleros, con mi padre, y tengo ocho años. Mi padre es grande, fuerte y no tiene miedo de nada. Habla poco pero sabe todo porque sabe todo lo que le pregunto. A veces pienso  que quizá mi padre me mienta.

El cielo es de hierro al amanecer y al atardecer porque no veo el sol, porque no veo las nubes…, porque desde mi ventana   veo el casco de un gran barco, un enorme barco, el barco que construyen… Cuando miro con detalle empiezo a descubrir muchas más cosas que están ahí también, gaviotas, cubos, hombres, puertas…, la luna…, pero mis ojos son distraídos, y pronto todo desaparece, y nuevamnete sólo veo el barco…

El cielo es de acero y nunca se cae sobre nadie, porque mi padre con sus amigos lo sujetan con fuerza  al suelo… LLueve menos aquí, estamos algo más protegidos que afuera.

Esta gran montaña dormida cambia como un pájaro muerto  pero al revés… O quizá como un pájaro vivo… Ummm… Todo depende de en  qué lado estés… Primero es nada, luego es un esqueleto, después tiene grandes paredes que hacen como de piel y, al final, flota en el agua como si volara. La gran montaña no es tímida pues tapa mi casa, la luna y las estrellas…

Todo lo que soñamos es grande hasta que se materializa, con ser un sueño ya es más que suficiente… Prometo que soñaré.

Como nosotros, viven más familias y viven más niños que, como yo,  van al colegio de los astilleros. No somos chicos buenos porque aquí nadie es mejor que nadie… Si hay que ser algo es igual que el pelotón de los matones del colegio… Si alguien es bueno le pegan… Nadie señala a los buenos, pero todo se sabe. Todos sabemos quiénes son. Lo mejor es no ir de nada porque si vas de algo destacas, eres diferente y eso asusta, todos quieren ser normal para  pertenecer a algo, no quedarse fuera. Ser uno mismo sería estar sólo y eso no es aconsejable en el colegio… Quienes lo intentan tienen que parar balas o, mejor dicho, no necesitar pararlas, como dice Morfeo a Neo. Quizá no sea miedo lo que tenemos, quizá sea pereza…

Veo por la tele lo que hay fuera de los astilleros y me pregunto si eso está también disponible para mí… Hace años le pregunté a mi padre si iríamos de vacaciones al sol de la televisión, y me dijo que  estaba muy lejos… Quizá no me expliqué bien… Las palabras son importantes, las palabras exactas más importantes que las palabras… Nadie habla por hablar en los astilleros. Se habla poco. Las palabras tienen más fuerza que unos puños, pero los puños hablan rápido y las palabras se toman su tiempo. Hay que hablar poco y pelear rápido en este lugar.  Eso es importante para los hombres… por aquí.

Hay días de verano que sigo las sombras del barco sobre el suelo … Bajo la gran chapa hace calor y nadie quiere tostarse, así que nos movemos con ellas. También subimos calle arriba y bajamos  calle abajo detrás de los gatos buscando sus camas para echarnos al fresco…. Nadie se baña en las aguas del puerto  porque hemos visto que todos lo hacen allí…

Mi padre dice que yo también haré barcos pero no está escrito en ningún sitio y yo no he firmado nada… Dicen que la palabra escrita se debe cumplir. Un día lejano, aprovechando que  entra la reina a saludar me marcharé y no me volveré a mirar atrás…  Nadie puede decir que va a ser de tu vida, ni siquiera un padre…

FIN

Los primeros años de vida de Sting estuvieron dominados por un astillero y no soñaba con otra cosa que no fuera escapar de la monotonía industrial. Pero luego de un grave bloqueo creativo como compositor que duró años, Sting encontró la forma de canalizar las historias de los trabajadores de los astilleros que conoció en su juventud y transformarlas en canciones. Pinchando sobre la imagen inferior podrás ver la inspiradora charla lírico-confesional de Sting.

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