El aroma de los valientes es el que perfuma el aire de los que viven jóvenes porque son jóvenes al vivir, y es justo   en esa frontera invisible de fidelidad al presente donde   se encuentra el compositor que tengo el honor de presentar en la primerísima parada de nuestra hoja de ruta hacia el corazón de la tierra de las canciones. Sabe, entiende, y desarticula el juguete de cada canción con la pureza de la mirada del niño y la calma del viejo relojero…,  para darlo nuevamente reformulado con   elegancia… Me refiero a: Francisco Eduardo Conde Ruíz.

Disciplina y  constancia, un atreverse para devaluar prejuicios,  un desbordarse en chispas de  belleza pop y pulcra puntualidad a la hora de regalar melodías, le hace destacar  sin cuestionamientos.  Su apego a la creación es generosidad y agradecimiento traducido en conciertos. Su vida es escucha y canto, no hay duda, solo certeza y compromiso.

Vive en el cielo de las estrellas desde las trincheras de los que disparan notas, pues este hombre  dejó de ser niño para ser “joven y compositor” eternamente, para caminar tranquilo en medio del ruído que después de entrar en su chistera vuelve a salir convertido en paloma con plumas de corcheas…, para caminar tranquilo y esbelto con la canción prieta y soleada, con la cabeza alta y llena de estribillos para todos…

Queda pues botado  el barco, hemos saludado al primer capitán de esta  travesía.

En Bepop tenemos el honor de inaugurar los GPS para Songwriters con este magnífico compositor: Conde.  Sigue al conejo en la madriguera… y no pierdas nota de ninguna de sus palabras…

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